Por: HÉCTOR SILVESTRE Hijo (Hbss30@hotmail.com)
Vía: http://www.econegociosrd.com/
Para las elecciones congresuales y municipales del 2006 hubo un candidato a diputado por el Distrito Nacional, que hacía presencia en un famoso programa televisivo presentando sus propuestas al país.
Sus argumentos me parecieron nobles y generosos...
El aspirante, limitado, por cuestiones de tiempo, emitió una dirección Web en la que se podían apreciar, de manera más detalladas, sus propuestas a la nación dominicana, en especial, a los electores de su circunscripción y poder contactarlo vía correo electrónico.
Me sentí tan animado, por las palabras de aquel “virtuoso hombre”, que decidí escribirle un mensaje en el que le manifestaba mi apoyo, el cual contestó humildemente, agradeciéndome el ánimo moral que yo le expresaba.
Semanas después tomé la osadía de enviarle un segundo correo en el que le reafirmaba mi respaldo y el seguimiento que le daba a la campaña electoral, el cual respondió entusiasmado por el calor brindado.
Llegó el 16 de mayo del 2006, y los electores acudieron masivamente a las urnas y el dirigente político fue elegido por una cantidad considerable de votos.
El optimismo y la emoción se apoderó del pueblo en las calles...
Tome la aventura de enviarle un tercer correo electrónico con el objetivo de desearle la mejor de las suertes y expresarle mi alegría por el triunfo obtenido.
Jamás volví a recibir noticias de aquel hombre, excepto las que publicaban y continúan publicando los medios de comunicación.
¿Humildad o arrogancia?
Vía: http://www.econegociosrd.com/
Para las elecciones congresuales y municipales del 2006 hubo un candidato a diputado por el Distrito Nacional, que hacía presencia en un famoso programa televisivo presentando sus propuestas al país.
Sus argumentos me parecieron nobles y generosos...
El aspirante, limitado, por cuestiones de tiempo, emitió una dirección Web en la que se podían apreciar, de manera más detalladas, sus propuestas a la nación dominicana, en especial, a los electores de su circunscripción y poder contactarlo vía correo electrónico.
Me sentí tan animado, por las palabras de aquel “virtuoso hombre”, que decidí escribirle un mensaje en el que le manifestaba mi apoyo, el cual contestó humildemente, agradeciéndome el ánimo moral que yo le expresaba.
Semanas después tomé la osadía de enviarle un segundo correo en el que le reafirmaba mi respaldo y el seguimiento que le daba a la campaña electoral, el cual respondió entusiasmado por el calor brindado.
Llegó el 16 de mayo del 2006, y los electores acudieron masivamente a las urnas y el dirigente político fue elegido por una cantidad considerable de votos.
El optimismo y la emoción se apoderó del pueblo en las calles...
Tome la aventura de enviarle un tercer correo electrónico con el objetivo de desearle la mejor de las suertes y expresarle mi alegría por el triunfo obtenido.
Jamás volví a recibir noticias de aquel hombre, excepto las que publicaban y continúan publicando los medios de comunicación.
¿Humildad o arrogancia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario