domingo, 25 de enero de 2009

Obama y reeleccionismo en Latinoamérica

Por: HÉCTOR SILVESTRE HIJO (hbss30@hotmail.com)

No soy antirreeleccionista, por principios. Personalmente no creo que exista, como tradicionalmente se piensa, una relación entre reelección y pobreza, continuismo y corrupción.

Pero no podemos negar que, en los últimos años, la reelección se ha convertido en una especie de “virus bellaco” en Latinoamérica.

Algunos politólogos han bautizado a este fenómeno como: “La epidemia reeleccionista”.

Sin embargo, en términos de resultados electorales, la reelección, ha exhibido relativa notoriedad y gloria en la región. Hasta ahora...

¿A qué se ha debido el éxito de la reelección en América Latina?

No es una pregunta fácil de contestar, aunque admito, mi intención no es responderla del todo.

Así es que he decidido enfocarme en un elemento principal para tratar de explicar (desde nuestro punto de vista) el triunfo del reeleccionismo en la zona.

Y ese elemento es a lo que hemos llamado “el marco referencial del gigante del norte”, en palabras más simples: La pobre administración de George W. Bush.

Bush, que fue presidente de EE.UU. durante ocho “largos” años (2001-2009), no era un buen orador, tampoco un académico. Súmele a esto la pésima política internacional de su gestión (léase guerra de Irak, entre otros fatales errores) la crisis inmobiliaria (entre otras cosas que luego daremos a conocer en una enciclopedia de 12 tomos).

Esta combinación mortal marco un punto de referencia negativo para la región.

Esto se debió a que los latinoamericanos hacíamos alarde de que nuestros mandatarios y mandatarias estaban mejor preparados que el presidente de la nación más poderosa del planeta.

Ese efecto contagioso se esparció en toda Latinoamérica y fue así como empezamos a ver a nuestros políticos tradicionales recibiendo el apoyo masivo de los ciudadanos, a pesar de que los resultados de sus administraciones no eran del todo brillantes.

Con la llegada de Obama al poder, el reeleccionismo típico recibirá un golpe del que no podrá reponerse.

“Hablar bonito” ya no será suficiente, ahora hay que combinar palabras y hechos.

La capacidad de oratoria del nuevo gobernante estadounidense, combinada con la extensión de su ejecución, su disciplina y sus ideales, marcaran, sin dudas, un nuevo marco referencial que transformara la agenda política, económica y social del hemisferio.

La política tradicional latinoamericana, aquella donde el mandatario exponía ideas vanguardistas y revolucionarias a sus seguidores, ideas que solo estaban plasmadas en el papel de sus discursos y no en sus cabezas, ha llegado a su fin.

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